ESTUDIO REALIZADOS EN EL SUR DE CHILE REVELA QUE LOS MEGATERREMOTOS SÍ OCURREN CON REGULARIDAD.
El análisis de los sedimentos de los lagos Calafquén y Riñihue permitió concluir que los eventos de gran magnitud ocurren con intervalos relativamente regulares, mientras que con movimientos menores a 8, esto se vuelve cada vez más irregular a un nivel casi cercano al azar.
Aunque hasta ahora se cree que los megaterremotos como el de Valdivia en 1960 -cuya magnitud de 9,5 aún lo mantiene como el más grande conocido en el planeta- requieren de varios siglos de acumulación de estrés para liberar toda la energía y producir un nuevo movimiento telúrico de importancia, existe un detalle: los datos sismológicos o documentos históricos no abarcan registros suficientes en el tiempo como para revelar qué tan recurrentes pueden ser y si poseen alguna regularidad.
Es por ello la importancia de un reciente estudio realizado por un equipo de investigadores belgas, suizos y los chilenos Mario Pino y Galo Valdebenito de la Universidad Austral de Chile, que presentó un nuevo enfoque para abordar el problema de la recurrencia de los megaterremotos.
En la investigación, publicada en el Earth and Planetary Science Letters se explica que el análisis de los sedimentos en el fondo de los lagos Calafquén y Riñihue, se encontró que cada terremoto de gran magnitud produce deslizamientos de tierra submarinos que se conservan en las capas sedimentarias, y que se acumulan en el fondo del lago.
Así, al muestrear estas capas en núcleos de sedimentos de hasta 8 metros de longitud, fueron capaces de recuperar la historia completa de los terremotos durante los últimos 5 mil años, incluyendo hasta 35 grandes terremotos de una magnitud superior a 7,7.
“Es un tema constante de debate si debemos modelar la recurrencia de grandes terremotos como un proceso casi regular o aleatorio en el tiempo. Por supuesto, la elección del modelo tiene repercusiones muy grandes sobre cómo evaluamos el peligro sísmico real en Chile para el evento siguiente, de décadas a siglos”, afirman los autores del estudio.
“Lo que verdaderamente excepcional es el hecho de que en un lago los derrumbes submarinos solo ocurren durante los temblores más fuertes (como un terremoto de magnitud 9), mientras que el otro lago también reaccionó a los terremotos más ‘pequeños’ de magnitud 8”, afirma Maarten Van Daele de la Universidad de Ghent, Bélgica.
“De esta forma pudimos comparar los patrones en los que ocurren terremotos de diferentes magnitudes. No tuvimos que adivinar qué modelo es el mejor, podríamos derivarlo de nuestros datos”, agrega.
De esta forma, el equipo descubrió que los megaterremotos como el de 1960 vuelven a ocurrir cada 292 ± 93 años y, por lo tanto la probabilidad que ocurran tales eventos sigue siendo muy baja en los próximos 50-100 años.
Sin embargo, los terremotos “más pequeños” (de magnitud aproximada a 8) tuvieron lugar cada 139 ± 69 años y hay un 29,5% de posibilidades que tal evento ocurra en los próximos 50 años. Desde 1960, el área del sur de Chile ha sido sísmicamente muy tranquila, aunque un reciente terremoto de magnitud 7,6 (el 25 de diciembre de 2016) cerca de la isla de Chiloé sugiere un nuevo despertar de grandes terremotos en el centro-sur del país.
“Estos lagos chilenos son una oportunidad fantástica para estudiar la recurrencia de los terremotos”, dice Moernaut.
“La erosión glacial durante la última Era de Hielo resultó en una cadena de lagos grandes y profundos sobre la zona de subducción, donde se generan los terremotos de mayor poder. Esperamos ampliar nuestro enfoque a lo largo de Sudamérica, lo que nos permitirá descubrir si por ejemplo, los terremotos siempre se rompen en los mismos segmentos, o si otras áreas en el país son capaces de producir terremotos gigantes der magnitud superior a 9”.
“Mientras tanto, ya iniciamos estudios similares en los lagos de Alaska, Sumatra y Japón”, cuenta Marc De Batist de la Universidad de Ghent. “Esperamos algunas comparaciones interesantes entre los datos de estos entornos, y veremos si los patrones chilenos son válidos para otras áreas que han experimentado gigantes terremotos de magnitud 9 y más en el pasado”.
“Comprender cuándo y dónde pueden ocurrir en el futuro terremotos gigantes tan devastadores es una tarea crucial para la comunidad geocientífica”, sentencia Jasper Moernaut, profesor asistente en la Universidad de Innsbruck, Austria, y autor principal del estudio.
Fuente: Universität Innsbruck
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