EL CAMBIO CLIMÁTICO AMENAZA LA PRODUCCIÓN DE TRUFA NEGRA.
Mientras los representantes políticos negocian en la Cumbre de Naciones Unidas de Doha los compromisos que asumirán para reducir el impacto del cambio climático, científicos de todo el mundo constatan cómo el aumento de las temperaturas está comenzando a afectar ya a cultivos en todo el mundo, reduciendo la producción de alimentos.
Desde el arroz a la trufa negra. Los cambios en el clima están teniendo consecuencias tanto en cultivos que constituyen la base alimenticia de millones de personas en todo el mundo, como en productos 'gourmet' que en las últimas décadas han impulsado la economía de algunas zonas rurales del Mediterráneo.
Un equipo internacional con participación española presenta esta semana en la revista 'Nature Climate Change' un estudio que vincula el declive en la producción de la apreciada trufa negra ('Tuber melanosporum') con el calentamiento del clima y una mayor frecuencia de sequías intensas.
Para llevar a cabo este estudio se analizaron las cosechas de trufa negra entre los años 1970 y 2006 en los principales países productores de Europa: Francia, España e Italia. La campaña de recogida de la trufa negra va de noviembre a febrero. Según explica a este diario Jesús Julio Camarero, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) y uno de los autores de esta investigación, el análisis de los datos mostró que las mejores cosechas coincidían con los años en los que los veranos habían sido más húmedos y fríos: "El hecho de que haya un verano previo muy cálido y seco suele estar vinculado a una baja producción de trufa mientras que los veranos húmedos favorecían una producción elevada", afirma en conversación telefónica.
En España se recogieron datos de Aragón; en Francia, de la región del Périgord y en Italia, de Piamonte y Umbría. La cosecha de trufa española es la más sensible a los efectos de las precipitaciones de verano, pues es la más seca de las tres, según señala este estudio.
Declive en la producción
Este trabajo también ha constatado un declive en la producción desde los años 70, a pesar de que durante los últimos años ha aumentado el número de plantaciones que se dedican a producir este apreciado manjar, que llega a cotizarse a 2.000 euros el kilogramo. Las sequías, advierten los investigadores, podrían influir de manera indirecta en la producción trufera, pues afectan al crecimiento de árboles como la encina, en cuyas micorrizas se desarrollan las trufas:"La trufa no puede existir sin el árbol. Es una relación simbiótica, los dos salen beneficiados. El árbol aporta al hongo azúcar y carbohidratos mientras el hongo le facilita al árbol que capte nutrientes del suelo", explica Camarero.
Así, en los años 70 España, Italia y Francia producían conjuntamente entre 100 y 200 toneladas de trufa negra al año. En Francia e Italia ya era muy apreciada en aquella época y la producción española se dedicaba sobre todo a la exportación. A principios del siglo XXI se notó ya un descenso en la producción pese al aumento de plantaciones truferas. Según los datos facilitados por los productores, se situaba entre las 30 y las 100 toneladas anuales.
No obstante, Camarero subraya que buena parte la trufa negra se recoge en bosques salvajes lo que, unido al alto precio que se paga por ella y al secretismo que hay en este mercado, hace que las cifras facilitadas por los productores no sean tan fiables como las estadísticas de otros cultivos como el trigo.
"La tendencia en la cuenca mediterránea es que las temperaturas vayan en aumento a lo largo del siglo XXI, lo que puede conllevar dos efectos. Por un lado, que disminuya la producción de trufa negra en los países que tradicionalmente la producen. Por otro lado, especies como la trufa blanca ('Tuber aestivum'), que tienen menor valor comercial, podrían comenzar a producirse en zonas en las que hasta ahora no se cultivaban, como Alemania o los Alpes", continúa el científico.
Asimismo, en los últimos años otros países con un clima propicio, como Chile o Australia e incluso algunas zonas de China, se han convertido en productores de trufa negra a medida que la demanda y el precio de este producto aumentaba.
Adaptarse al cambio
Camarero cree que, en general, los políticos ya han aceptado que existe un problema y ahora están en la fase de intentar buscar medidas para paliar sus efectos. "Y si es posible, soluciones baratas", señala.
En el caso de la trufa negra, una opción para adaptarse a los cambios causados por el aumento de las temperaturas sería utilizar variedades más resistentes a la sequía. Sin embargo, esta posibilidad no puede implantarse de la noche a la mañana, pues además de los conocimientos necesarios, hay que esperar alrededor de 10 o 15 años hasta que el cultivo comienza a dar sus frutos.
En España las principales regiones productoras son Aragón, Cataluña y algunas zonas de Castilla y León, como Soria: "Su cultivo es muy importante para algunas zonas rurales en las que hay poca población. Es una salida muy interesante para un desarrollo forestal sostenible, porque permite cultivar árboles y mantener una actividad económica", señala el autor.
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