Los astronautas podrían comenzar a dar síntomas de la enfermedad en un simple viaje a Marte, según un nuevo estudio.
Como si los viajes espaciales no fueran ya lo suficientemente peligrosos en sí mismos, un nuevo estudio recién publicado en Plos One asegura que la radiación cósmica, la que procede de lejanas estrellas y galaxias podría, durante un simple viaje a Marte, hacer que los astronautas empiecen a mostrar síntomas de Alzheimer.
"La radiación cósmica de la galaxia -asegura Kerry O`Banion, del Centro Médico de la Universidad de Rochester y autor principal del estudio- supone una amenaza significativa para los futuros astronautas. La posibilidad de que la exposición a esta radiación en el espacio pueda incrementar riesgos para la salud como el cáncer es algo ya de sobra conocido. Sin embargo, este estudio muestra por primera vez que exponerse a una cantidad de radiación cósmica equivalente a la que se recibiría durante un viaje a Marte puede producir problemas cognitivos y causar rápidos cambios cerebrales asociados con la enfermedad de Alzheimer".
El espacio está lleno de radiación, eso se sabe desde hace décadas. Pero mientras que estamos aquí, en la Tierra, o muy cerca de ella, el campo magnético del planeta nos protege de forma eficaz contra los efectos nocivos de esta constante lluvia de partículas. Sin embargo, cada vez que un astronauta abandona la órbita terrestre queda expuesto a una lluvia permanente de varias clases de partículas radioactivas.
Si es avisada con tiempo, la tripulación de una nave puede protegerse, por ejemplo, de la radiación asociada a una llamarada solar. Pero hay muchas otras formas de radiación espacial que, a pesar de los intentos llevados a cabo hasta el momento, no puede ser bloqueada con los medios existentes.
Y no se trata de un tipo de radiación que llegue en grandes, súbitas y violentas oleadas, sino de una especie de "marea de fondo" de baja intensidad y que permanece más o menos constante. Por lo tanto,cuanto más tiempo permanezca un astronauta en el espacio profundo, mayor será su exposición y los posibles daños asociados a ella.
Por supuesto, esa es una de las mayores preocupaciones de la NASA a la hora de planear sus futuras misiones espaciales tripuladas, como la que tiene como objetivo un lejano asteroide en el año 2021 o la que, en 2035, llevará los primeros seres humanos a Marte. Incluso con la nueva generación de motores iónicos, un viaje de ida y vuelta al planeta rojo supone no menos de tres años en el espacio.
Durante más de 25 años, la NASA ha financiado todo tipo de investigaciones para determinar con la mayor exactitud posible cuáles serían los principales riesgos para la salud en un viaje de estas características. Hasta ahora, muchos de estos estudios han demostrado que la radiación cósmica tiene el potencial suficiente como para inducir al cáncer, así como para generar problemas cardiovasculares, musculares o de disminución de la masa ósea.
Pero el estudio que se publica en Plos One va un paso más allá y determina, por primera vez, el impacto que un viaje espacial de larga duración puede tener en la degeneración neuronal y, en particular, en los procesos biológicos cerebrales que contribuyen al desarrollo del alzheimer.
O`Banion, que lleva ya más de ocho años trabajando para la NASA, ha centrado, en efecto, todos sus esfuerzos en averiguar cómo la radiación cósmica puede afectar al sistema nervioso central. Y se ha fijado, en particular, en una forma concreta de radiación cósmica, la producida por partículas de hierro, muy masivas y cargadas, que viajan a gran velocidad por el espacio, procedentes de la explosión de lejanas estrellas.
A través de objetos sólidos :
A diferencia de las partículas de hidrógeno producidas por una llamarada solar, la gran masa de estas partículas metálicas, junto a su gran velocidad, hace que puedan penetrar fácilmente a través de objetos sólidos, como por ejemplo los escudos protectores o el mismo fuselaje de una nave.
"Debido a la gran fuerza con que las partículas de hierro golpean -explica OŽBanion- resulta extremadamente difícil, desde el punto de vista de la ingeniería, construir escudos contra ellas. Sería necesaria una nave con un muro de plomo de casi dos metros de espesor para conseguirlo".
A partir de ahí, los investigadores trataron de averiguar si la inevitable exposición a este tipo concreto de radiación tiene, o no, el potencial de acelerar los indicadores biológicos y cognitivos asociados al alzheimer, especialmente en individuos que están más predispuestos a padecer la enfermedad.
Y hallaron que, entre los ratones utilizados para el estudio, los que se sometieron a una mayor cantidad de esta radiación tenían muchas más dificultades para desempeñar determinadas tareas que implicaban agilidad mental.
Los cerebros de estos ratones, además, mostraron síntomas de alteraciones vasculares y una acumulación mucho mayor de lo habitual de la proteína Beta amiloide, una de las "marcas" moleculares del Alzheimer.
"Estos hallazgos -concluye OŽBanion- sugieren que la exposición a radiación en el espacio tiene el potencial de acelerar el desarrollo del Alzheimer. Y este es otro factor que la NASA, muy preocupada por la salud de los astronautas, deberá tener muy en cuenta a la hora de planificar sus futuras misiones".
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