LOS FULGORES DE LA MUERTE.
Dos fulgores arrepentidos se alzaban sobre la empalizada gris, escondiendo el temor tras sus desventuras y deseando coger un manojo de estrellas para entrelazarlas en un valle perdido en la brumosa tarde otoñal, pero no pudo, a pesar de su juvenil desenfado no pudo con su temor imperdonable a la muerte ya encontrada mil veces, mil veces por el norte, otras tantas por el sur. Siguió la huella indescriptible aquella forma humana, con sus dos fulgores arrepentidos, no cansó de beber su propio gozo, no alteró para nada su similitud de encontrar un gramo de inteligencia dejada en la arena, se atropelló contra sí mismo al buscar más allá de lo imaginado, cayó en el vacío más errante que pudo encontrar persona alguna, miró su faz en la laguna más perdida de aquel valle, no le gustó lo que vió, dos fulgores arrepentidos que acariciaban la floresta se despabilaban ante el temor, algo que oscurecía su semblante hecho de no sé qué, un algo que se escondía tras la güadaña y la máscara de blancos huesos cubierto de negro y era una negrura esperpentosa, macabra, o sea, la muerte espectante.
De hecho, tenía temor hasta de un rayo veloz que cubría el espacio de un punto a otro, se sumergía en sus más íntimas cavilaciones, morir era lo tenebroso y sabía que le había llegado su hora.
Esperó sentado tras una tumba solitaria, entornó sus fulgores y fueron muriendo con la noche, decayendo con la brisa nocturna y aquella forma humana quedó ahí sentada sin escuchar los primeros aleteos de las aves madrugadoras, sin ver el sol en toda su inmensidad... sin ver nada... ni escuchar nada... nada de nada...
De mi autoría. Escrito en Agosto de 1988.
6 comentarios:
Cimo saber cuando ya llegó la hora ?
Tengo pánico a la muerte , no quiero morir .... no todavía .
Un abrazo !
PATO :
Ni yooooo!!!!
Hola, te aviso que abrí un nuevo blog destinado a la defensa de la vida y la salud, espero también contar ahí con tus comentarios.
Saludos afectuosos. Hilda
http://aladefensadelavidaydelasalud.blogspot.com/
Te visitaré, Hilda.
Cariños.
quiero viviiiiiiiiiiiiir muchisisisisimo
Hay que morir, ya lo sabemos,
No sabemos cuándo, ni cómo.
¿Por qué habíamos de temerle a la muerte?
Lo importante es vivir la vida lo mejor posible, cada momento. Así no nos podremos arrepentir de no haberla vivido plenamente.
Alguna vez estuve en trance de morir, aunque yo relamente no era consciente de ello. Yo estaba seguro que resistiría los embates de la guadaña. En esos momentos estaba seguro que no podía morir, puesto que tenía aún asuntos por resolver, situaciones por vivir y gente por conocer.
Si hubiera claudicado en esos momentos, no los hubiera conocido a ustedes.
¡Inmnensa pérdida! Eso no lo podía tolerar.
Un abrazo.
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